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sábado, 12 de febrero de 2011

Querido John.

                
Querido John, hoy hace exactamente diez años, diez días y diez noches que pienso en ti.
Pienso en cada momento que pasamos y multiplico el esfuerzo por no olvidarte.
El día que nos conocimos palpita en mi memoria como un caracol en su concha.
Fue en aquella exposición de arte, en la galería de la  paralela a Wall Street, ¿recuerdas?
Te acercaste a mí mientras que yo examinaba uno de los cuadros, y me dijiste que solo el artista comprende su propio arte. Me puse roja, y caí en la cuenta de que seguramente habías visto la cara que ponía al mirarlo.
Siempre recordare aquel cuadro, a simple vista parecía un pegote de pintura, pero si te fijabas, se veía lo que más necesitabas ver en aquel momento.
Desde el día que te fuiste, todos los domingos tenía una cita con aquel cuadro, y cada vez que lo miraba aparecía una escena distinta, pero en ellas siempre aparecías tú, tú y tu guitarra, tú en el campo, tú dormido,…
Hace aproximadamente tres años volví a esa galería por última vez y, en el sitio en que estaba el cuadro, ya no había nada. Mi corazón se paro una milésima de segundo, y cuando volvió a latir, se rompió en mil pedazos.
Regrese a casa arrastrando mi alma, era como si me hubieran quitado el ultimo pedazo de ti. Al pie de las escaleras descubrí un gran paquete con mi nombre, y nada más verlo supe lo que era.
Ahora el cuadro descansa en la pared más alta de mi pequeño loft, y lo único que veo en el es a ti, regresando.
Hace unos días me encontré las fotos que nos hicieron en el estudio de aquel hippie amante de la fotografía. Recuerdo que te encantaba como salíamos, como si fuéramos invencibles.
Todavía se puede leer lo que escribiste detrás de una de ellas:
<< La eternidad está enamorada de las producciones del momento. >>
                                                                                                 William Blake.
Y tenías razón, parece que ha pasado una eternidad y esas fotos siguen ahí, impecables, como lo estaban hace años. Tan llenas de vida como la primera amapola de la temporada, libre y efímera. Y yo, para que mentir, sigo locamente enamorada de ti.
Aun me pregunto porque te fuiste. Tenías todo con lo que habías soñado durante años y sin embargo ¡plof! desapareciste.
Nunca logre conocerte del todo, cada día me asombrabas con algo nuevo. Éramos los héroes de nuestra propia tragi-comedia.
¿Sabes? Cuando me dijiste que me querías y que nunca lo olvidara, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Al cabo de cinco minutos te dispararon.
No he logrado comprender cuál fue la razón que llevo a aquel descerebrado a apretar el gatillo. No tenías pinta de rico, eras un altruista, jamás le hiciste daño a nadie.
En el juicio dijeron que le habían diagnosticado una enfermedad, que estaba loco. ¿Y quién no lo está?  Vivimos en un mundo de locos. El ser humano sigue siendo inhumano.
Por muy trágico que parezca, vivir es un riesgo permanente. Solo los muertos están a salvo, ya lo sabes. Para siempre.
Eternamente tuya, Rose.





Aquí os dejo un texto que he escrito para un concurso de microrelatos.
Espero que os guste ;)

1 comentario:

Juanma dijo...

Yoli, eres la mejor ;)