Quita el pie del freno y ponlo en el acelerador, deja el otro en el embrague; la casa sigue donde estaba, está donde la dejaste.
Cierra los ojos y la verás; ábrelos y allí estará.
Una mancha de sol en el párpado, esa es tu casa.
Te tapas un ojo y se achata, se va hacia un lado.
Te tapas el otro, pasa a la izquierda.
Parpadeas despacio, cerrando primero un ojo y luego el otro: la casa oscila como el péndulo de un reloj.
Tu madre sigue amortajada en el salón.
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