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viernes, 19 de agosto de 2016

Te haré el odio si el amor no basta.

Hace mucho que no escribo, que no escribo algo que me salga de dentro.
A parte de trozos de canciones, o de novelas, no me inspira nada.
Pero esta noche me he puesto a recordar y, aprovechando la situación me gustaría contaros algo:

Que los finales nunca son tan felices ni tan finales como los cuentan, que la vida, a pesar de ser vida, es muerte y que por mucho que busques, siempre encontrarás las cosas cuando no las quieras, cuando no las necesites.

Y yo, aquí sentada en esta maldita mesa del Ikea, que tardé toda una tarde en montar, en esta silla con las ruedas cojas, estoy esperando.
Esperando a que todo sea más fácil, a poder dejar atrás lo que me oprime y lanzarme al vacío de algo que quizás no merezca la pena o sí.
Porque hay que hacerlo fácil, como dijo él.
Pero, a pesar de todo ello, he tomado una decisión y, tal vez, no sea la correcta pero, para mi, ahora mismo lo es.
Si algún día llegaras a comprenderme, te prometo que estaré ahí, porque los finales nunca son como los cuentan y los principios, por muy principios que sean, llegan cuando menos te lo esperas.
Asique déjame que esta noche te cuente que te quiero, pero no lo suficiente, que no es por él, ni por nadie, es por mi, por mi absurda idea de cómo deberían ser las cosas y porque, después de todo, he conseguido saber que quiero y que deseo, y en ese deseo no estas tú.
Que no todo son palabras bonitas, ni caricias, ni entrar a hurtadillas en la cama.
Que también se necesita algo más, esa chispa, esa inspiración que me ha faltado este año pero que está volviendo.
Y si, la vida pasa, es demasiado corta para conformarse.
Espero que encuentres a alguien que realmente te haga feliz, porque no soy yo, de veras, aunque no lo creas, nunca seré yo.
Y que te rías de como intento empezar algo y me doy de bruces contra el precipicio, de cómo caigo cuesta abajo y sin frenos, no importa, ríete de mi, pero, al menos, lo habré intentado.

Porque yo sólo quiero viajar, ver mundo, encontrar a alguien que me entienda sin la necesidad de tener una conversación absurda sobre sentimientos.
Que lo físico sea sólo físico, que de igual viente que ochenta, y que me haga reír, que me haga reír por encima de mis posibilidades.
Que me tumbe en la cama y me haga el amor, y el odio si el amor no basta, que consiga descolocar mi mundo con su espalda y que siempre me regale una sonrisa.
Que nos acostemos en Madrid y nos despertemos en Berlín. 
Que vea mis defectos como son, que los quiera y los respete, como yo respetaré los suyos.
Que no me juzgue por pasar demasiado tiempo con amigos, o por simplemente ser yo.
Que no le moleste que fume, que no intente cambiarme, que me quiera por lo que soy, no por lo que espera que pueda llegar a ser.
Y espero, espero que tú encuentres lo mismo, porque así tú serás tú, y yo seré yo.

Esta noche me iré a dormir llorando, recordando viejas leyendas escritas que no acabaron bien, pero, quien no arriesga no gana y el perdedor no tiene porque ser el perdido.





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