Era Nochebuena y estaba sola.
¿Suena eso lo bastante triste y patético como para que digáis "¡Pobre Yolanda!" ?
No hace falta.
Ya sentía bastante pena por mí misma, y cuanto más pensaba en mi soledad en ese día del año, más se me humedecían los ojos y se me estremecía la barbilla.
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