Aparentemente, una vez que te haces a tener con regularidad alguien a tu lado, tu cuerpo genera su propia memoria cuando se le priva de ese ocio; por no hablar de los abrazos que ya no están, y el acto de acurrucarse uno junto al otro. Mi cuero me rogaba que me arrojara con el para reparar aquellas privaciones.
Ahora.
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