Es la primera vez que tengo oportunidad de comprobar que el diablo no lleva un traje negro y gótico, no tiene colmillos, cuernos y ojos rojos, y no necesita quemar incienso.
El diablo va de traje y corbata, luce una sonrisa en los labios y huele a loción de afeitado. Es muy capaz de decidir sobre la vida de las personas.
De hecho, no duda en matarlas si entorpecen sus planes ; las aplasta como si fueran hormigas.
Ah, y después, te llama "muchacho".
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