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miércoles, 5 de octubre de 2011

Lejos de todo, o a salvo de todo.

En voz baja repito tu nombre y luego, por fin, me decido a escribirlo. 
Creo que es la mejor manera de empezar.
Tu nombre, tu. Cada poco, cuando me asalte la duda,
miraré las letras que lo componen para darme valor.
Poco me importa que estés muerta. ¿Acaso no lo estaré pronto yo?

Tu solías decir que los hombres, cuando lloran, si son buenos, se vuelven desvalidos, y si son malos, se vuelven, por un instante, buenos.






Fernando Marías.



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